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Entre  los años 1920 y  1970 en la ciudad de Vicuña escaseaban  los automóviles para trasladar a las personas que iban a tomar el tren a la estación, para dirigirse a La Serena y Coquimbo y de esta forma realizar sus diligencias diarias o  compras del mes en la ciudad de Vicuña.

Es por ello que existía un transporte  interno dentro de la ciudad y sus pueblos aledaños, estos conocidos como "Victorias".

Consistían en un coche tirado por dos caballos, de 4 ruedas de madera, un asiento para dos personas y era manipulado por un cochero.

Su padre le dejó como herencia 5 victorias, de las cuales sólo una es utilizada y reparada año a año por don Edmundo para ser mostrada en la Plaza de Armas de Vicuña para el día del Patrimonio Cultural.

Manifiesta con orgullo su oficio de reparador de victorias ya que  le recuerda su niñez y la época de oro en que vivió en donde no existía la tecnología y todo trabajo era realizado a pulso y con mucho esfuerzo.

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​Alrededor de los 8 a 10 años aprendió el oficio por la necesidad de ayudar y abaratar costos para su padre que con sacrificio trabaja para poder subsistir y ayudar a su familia que estaba compuesta por 6 hermanos.

Recuerda que en aquellos años su padre tenía el servicio de transporte de pasajeros desde La Serena a  Coquimbo y viceversa, como el recorrido no se podía realizar en un sólo coche  él contaba con tres coche de reserva para efectuar los tramos correspondientes y así llevar a cabo los cambios para no exponer a los caballos al cansancio y en invierno al frío.   

Era en estos recorridos donde muchas veces los coches sufrían algún tipo de desperfecto, afectando en mayor parte las ruedas de los coches, el armazón de toldo que era de cuero y tenía un armado de madera los cuales se deterioraban producto de los mismos viajes o la madera se quebraba por el vaivén de los caminos de tierra, por lo que se hacía necesario fabricar piezas nuevas, partiendo de lo básico como el cortar el tronco del árbol para poder sacar la madera precisa que se necesitaría para crear la pieza dañada y así hacerlas coincidir con las otras partes de la rueda, se demoraba alrededor de dos semanas en reparar las 4 ruedas de la victoria.

En la actualidad don Edmundo nos cuenta que ha postulado a varios proyectos para mejorar dos de los coches que se encuentran desarmados y así darles un uso público para la comunidad elquina y entregar un valor histórico al turismo de la ciudad que lo vio nacer, pero lamentablemente no ha sido apoyado en sus anhelados sueños, por lo que siente que el oficio que hace no es valorado ni reconocido por la misma comunidad.

Con mucha nostalgia nos dice:

“He  tratado de traspasar a mis hijos este  hermoso oficio, pero hoy en día los jóvenes se ven atraídos  por las nuevas tecnologías, profesiones u oficios donde puedan ser bien remunerados, me gustaría hacer talleres donde pueda entregar a la comunidad todos mis conocimientos y transmitirles el valor histórico que un día fue tan necesario para nuestros antepasados y así no muera conmigo este quehacer tan hermoso”.

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